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EL INSÓLITO ‘SOKUSHINBUTSU’…
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EL INSÓLITO ‘SOKUSHINBUTSU’…
EL INSÓLITO ‘SOKUSHINBUTSU’…
¡AUTO MODIFICACIÓN RITUAL EN JAPÓN DONDE SE DEJAN MORIR EN VIDA!
Durante casi 900 años, muchos monjes budistas en el norte de Japón dedicaron su vida a la oración y a la adoración a Buda.
Era una vida de rezos y cánticos que en algunas ocasiones, cuando el monje ya estaba preparado, se sometía a un escalofriante ritual que lo momificaba en vida en un estremecedor suicidio ritual.
El término Sokushinbutsu literalmente significa ‘Convertirse en Buda estando todavía vivo’.
Éste término lo dice todo acerca de ese extraño ritual que era reservado y exclusivo de unos pocos, de los elegidos que trataban de preservar su carne en un difícil y largo proceso de autodisciplina en el cual su cuerpo se convierte en una cáscara medio muerta, sin grasa ni fuerzas para moverse, y que era hueso y piel solamente.
Este insólito ritual para auto momificarse, está dividido en tres fases de mil días cada uno, es muy lento y doloroso. Podía durar hasta diez años.
La primera fase, consiste en un período de mil días donde el monje adopta una particular dieta de alimentos. Come pequeñas cantidades de harina de trigo, nueces, avellanas y nuez que el mismo monje debe reunir del bosque donde vive.
Esta dieta sirve para reducir la grasa corporal de manera drástica, ya que la grasa se descompone más rápido después de la muerte. Reduciendo su nivel de grasa corporal al límite máximo, se puede evitar la descomposición.
Esa etapa es crucial ya que si el monje la realiza bien, aumenta considerablemente su camino hacia una momificación exitosa.
La segunda fase, durante el segundo período de mil días, la dieta se vuelve aun más limitada, debido a que sólo se alimenta de raíces y de la corteza del pino.
Físicamente, el monje se ve más demacrado porque el agua y la grasa corporal de su organismo son casi nulas.
En este tan débil estado, y con una apariencia esquelética, se somete con fervor a largos períodos de oración y ‘mantras’ cantadas.
En esta etapa los efectos de un té amargo, hecho con una hierba no revelada que el monje bebe, hacen su efecto y empieza a vomitar, a sudar mucho, y a orinar continuamente, por lo que reduce todavía más sus fluidos corporales.
Este aspecto es uno de los más importantes para la momificación debido a que el cuerpo del monje se vuelve venenoso para los gusanos y escarabajos que tratarían de otra forma de consumir su carne después de su muerte.
La tercera fase, finalmente queda severamente debilitado y padeciendo de un gran dolor físico por el veneno del té, entra en el último periodo de su ‘camino sagrado’.
A partir de este momento, él entra a un refugio hecho a 3 metros bajo el suelo, y se mete en un ataúd de madera con el espacio suficiente para que pueda sentarse en posición de flor de loto y así continuar su meditación y cantos, al mismo tiempo que continua con su rigurosa dieta de raíces y cortezas de pino.
Por fuera, otros religiosos sellan la entrada y solamente entra aire al interior por medio de un tubo de bambú. El monje tiene una reserva de raíces y de cortezas.
A un lado del tubo de bambú, sobresale otro que lleva un mecate delgado y que está amarrado a una campana en el exterior. Debe de hacer que suene la campana una vez al día para señalar que todavía está vivo.
Cuando deja de sonar, indica que el monje ha muerto. Entonces los otros monjes remueven el tubo de bambú y sellan el refugio completamente, ya que es una tumba.
Esperan mil días más para desenterrarlo, y si el ritual se realizó correctamente, el cuerpo quedará incorrupto y no se descompondrá jamás, quedando momificado de forma ‘natural’.
Cuando el cuerpo permanece sin presentar putrefacción ni ningún otro signo de descomposición el cadáver del monje es llevado a un santuario donde es reverenciado como un dios vivo.
Tras de haber alcanzado la categoría de ‘Deidad Buda’, las momias eran llevadas al templo Kaikoji ubicado en la región Sakata, donde las generaciones de los monjes Ato San atienden a las momias con el respectivo cuidado.
Ahí se encontraron dos Sokushinbutsu muy bien preservados, quienes en vida habían sido los monjes Chukai y Enmyokai.
Sorprendentemente los dos dioses permanecen sentados en la misma posición en la que fueron enterrados en 1755 y 1822 respectivamente y están en la dirección de la montaña sagrada Dewa Sanzan lugar donde hicieron su peregrinaje.
A veces fallaba la auto momificación, ya que los monjes no hacían bien ciertas partes del ritual y los cuerpos se descomponían. Por eso, los monjes que fracasaban al transformarse en Sokushinbutsu, eran enterrados en una tumba ordinaria, aunque recibían respeto y admiración por haberlo intentado.
En la actualidad se desconoce cuantos monjes cumplieron exitosamente este ritual, los textos de los templos revelaron que muchos sacerdotes fallaron en su auto momificación.
Este proceso fue prohibido en 1909 durante el gobierno Meiji, un gobierno que mantuvo una fuerte campaña nacional a favor de los sintoístas, que es la religión autóctona de Japón.
Científicamente se descubrió qué es lo que hacía que fuera posible la auto momificación.
Todos los monjes que buscaban convertirse en Sokushinbutsu bebían de una fuente que dizque tenía poderes místicos, y nadie más podía hacerlo.
Las pruebas científicas que se hicieron al agua de esta fuente demostraron altos niveles de arsénico, un químico altamente venenoso, que al ser ingerido produce poco a poco la muerte de todos los órganos y de las células del cuerpo.
Sin embargo es un preservante muy fuerte. Por esta razón los monjes que bebían de la fuente del Monte Yudono tenían una mayor probabilidad de completar su misión y convertirse en Sokushinbutsu.
Estas aguas se usaban para elaborar el té de la savia de un árbol de pino conocido como Urushi que se consumía en la segunda etapa.
Este té es en si un veneno que causaba una gran deshidratación y convertía el cuerpo del monje en un amasijo de piel y huesos, además provocaba que su cuerpo fuera venenoso por lo que se evitaba que los gusanos y otros bichos carroñeros se alimentaran del cadáver del monje.
El bajo nivel de grasa corporal hacía el resto, evitando la descomposición y los olores que atraían a las moscas y demás insectos.
En la actualidad, los Sokushinbutsu disfrutan de un anonimato en los oscuros templos donde residen, escondiendo así su extraordinaria historia en las enigmáticas montañas del Japón…
¡AUTO MODIFICACIÓN RITUAL EN JAPÓN DONDE SE DEJAN MORIR EN VIDA!
Durante casi 900 años, muchos monjes budistas en el norte de Japón dedicaron su vida a la oración y a la adoración a Buda.
Era una vida de rezos y cánticos que en algunas ocasiones, cuando el monje ya estaba preparado, se sometía a un escalofriante ritual que lo momificaba en vida en un estremecedor suicidio ritual.
El término Sokushinbutsu literalmente significa ‘Convertirse en Buda estando todavía vivo’.
Éste término lo dice todo acerca de ese extraño ritual que era reservado y exclusivo de unos pocos, de los elegidos que trataban de preservar su carne en un difícil y largo proceso de autodisciplina en el cual su cuerpo se convierte en una cáscara medio muerta, sin grasa ni fuerzas para moverse, y que era hueso y piel solamente.
Este insólito ritual para auto momificarse, está dividido en tres fases de mil días cada uno, es muy lento y doloroso. Podía durar hasta diez años.
La primera fase, consiste en un período de mil días donde el monje adopta una particular dieta de alimentos. Come pequeñas cantidades de harina de trigo, nueces, avellanas y nuez que el mismo monje debe reunir del bosque donde vive.
Esta dieta sirve para reducir la grasa corporal de manera drástica, ya que la grasa se descompone más rápido después de la muerte. Reduciendo su nivel de grasa corporal al límite máximo, se puede evitar la descomposición.
Esa etapa es crucial ya que si el monje la realiza bien, aumenta considerablemente su camino hacia una momificación exitosa.
La segunda fase, durante el segundo período de mil días, la dieta se vuelve aun más limitada, debido a que sólo se alimenta de raíces y de la corteza del pino.
Físicamente, el monje se ve más demacrado porque el agua y la grasa corporal de su organismo son casi nulas.
En este tan débil estado, y con una apariencia esquelética, se somete con fervor a largos períodos de oración y ‘mantras’ cantadas.
En esta etapa los efectos de un té amargo, hecho con una hierba no revelada que el monje bebe, hacen su efecto y empieza a vomitar, a sudar mucho, y a orinar continuamente, por lo que reduce todavía más sus fluidos corporales.
Este aspecto es uno de los más importantes para la momificación debido a que el cuerpo del monje se vuelve venenoso para los gusanos y escarabajos que tratarían de otra forma de consumir su carne después de su muerte.
La tercera fase, finalmente queda severamente debilitado y padeciendo de un gran dolor físico por el veneno del té, entra en el último periodo de su ‘camino sagrado’.
A partir de este momento, él entra a un refugio hecho a 3 metros bajo el suelo, y se mete en un ataúd de madera con el espacio suficiente para que pueda sentarse en posición de flor de loto y así continuar su meditación y cantos, al mismo tiempo que continua con su rigurosa dieta de raíces y cortezas de pino.
Por fuera, otros religiosos sellan la entrada y solamente entra aire al interior por medio de un tubo de bambú. El monje tiene una reserva de raíces y de cortezas.
A un lado del tubo de bambú, sobresale otro que lleva un mecate delgado y que está amarrado a una campana en el exterior. Debe de hacer que suene la campana una vez al día para señalar que todavía está vivo.
Cuando deja de sonar, indica que el monje ha muerto. Entonces los otros monjes remueven el tubo de bambú y sellan el refugio completamente, ya que es una tumba.
Esperan mil días más para desenterrarlo, y si el ritual se realizó correctamente, el cuerpo quedará incorrupto y no se descompondrá jamás, quedando momificado de forma ‘natural’.
Cuando el cuerpo permanece sin presentar putrefacción ni ningún otro signo de descomposición el cadáver del monje es llevado a un santuario donde es reverenciado como un dios vivo.
Tras de haber alcanzado la categoría de ‘Deidad Buda’, las momias eran llevadas al templo Kaikoji ubicado en la región Sakata, donde las generaciones de los monjes Ato San atienden a las momias con el respectivo cuidado.
Ahí se encontraron dos Sokushinbutsu muy bien preservados, quienes en vida habían sido los monjes Chukai y Enmyokai.
Sorprendentemente los dos dioses permanecen sentados en la misma posición en la que fueron enterrados en 1755 y 1822 respectivamente y están en la dirección de la montaña sagrada Dewa Sanzan lugar donde hicieron su peregrinaje.
A veces fallaba la auto momificación, ya que los monjes no hacían bien ciertas partes del ritual y los cuerpos se descomponían. Por eso, los monjes que fracasaban al transformarse en Sokushinbutsu, eran enterrados en una tumba ordinaria, aunque recibían respeto y admiración por haberlo intentado.
En la actualidad se desconoce cuantos monjes cumplieron exitosamente este ritual, los textos de los templos revelaron que muchos sacerdotes fallaron en su auto momificación.
Este proceso fue prohibido en 1909 durante el gobierno Meiji, un gobierno que mantuvo una fuerte campaña nacional a favor de los sintoístas, que es la religión autóctona de Japón.
Científicamente se descubrió qué es lo que hacía que fuera posible la auto momificación.
Todos los monjes que buscaban convertirse en Sokushinbutsu bebían de una fuente que dizque tenía poderes místicos, y nadie más podía hacerlo.
Las pruebas científicas que se hicieron al agua de esta fuente demostraron altos niveles de arsénico, un químico altamente venenoso, que al ser ingerido produce poco a poco la muerte de todos los órganos y de las células del cuerpo.
Sin embargo es un preservante muy fuerte. Por esta razón los monjes que bebían de la fuente del Monte Yudono tenían una mayor probabilidad de completar su misión y convertirse en Sokushinbutsu.
Estas aguas se usaban para elaborar el té de la savia de un árbol de pino conocido como Urushi que se consumía en la segunda etapa.
Este té es en si un veneno que causaba una gran deshidratación y convertía el cuerpo del monje en un amasijo de piel y huesos, además provocaba que su cuerpo fuera venenoso por lo que se evitaba que los gusanos y otros bichos carroñeros se alimentaran del cadáver del monje.
El bajo nivel de grasa corporal hacía el resto, evitando la descomposición y los olores que atraían a las moscas y demás insectos.
En la actualidad, los Sokushinbutsu disfrutan de un anonimato en los oscuros templos donde residen, escondiendo así su extraordinaria historia en las enigmáticas montañas del Japón…
Mysterio- Guardian de Drarknillion
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