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EL ROSARIO DE AMOZOC
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EL ROSARIO DE AMOZOC
El rosario de Amozoc
Leyenda Poblana
Durante el periodo del Virreinato, en el municipio de Amozoc aconteció un hecho que ha extrañado a quienes lo han escuchado. En este poblado vivía Alberto, líder de uno de los gremios más importantes de plateros de la región. Él acostumbraba reunirse frecuentemente con sus amigos para celebrar las festividades del pueblo. Sin embargo, la discordia provocada por una mujer llevó a que algunos de sus más allegados compañeros decidieran alejarse y formar su propio gremio.
Para la época de las primeras festividades los gremios acostumbraban superar sus diferencias y unirse para compartir los gastos por unos días. La celebración requería que días antes, cada gremio dedicara un día entero a los preparativos. La alegría en el rostro de Alberto aumentaba cuando se veía acompañado de Catalina, una bella joven, quien era conocida como “la Culata”. Y su presencia intimidaba a muchos y molestaba a otros, sobre todo a Enrique, líder del segundo gremio más importante del pueblo.
El coraje que Enrique sentía al ver a “la Culata” al lado de Alberto provocaba en él los sentimientos más despreciables. Su odio aumentaba hasta el grado de que ambos gremios se miraran con desprecio y evitaron a toda costa cruzar palabra. Por ello decidieron hacer sus fiestas por separado, sin que ni unos ni otros intervinieran en los festejos.
Pero las rencillas se hacían cada vez más notables, por lo que las autoridades solicitaron llegar a un acuerdo para los grupos de Alberto y Enrique, llevando a cabo en conjunto las festividades, sólo por agradecimiento a su Santo Patrono.
Llegó el día. En la iglesia se dieron cita y la misa se celebraba, cuando Enrique alcanzó a ver sobre sus hombros cómo Catalina besaba con suavidad en la mejilla a Alberto. La ira que le produjo hizo que entre las estrofas de Mater Inmaculada se escuchara “maten a la Culata”.
Sin dudarlo, Enrique sacó el cuchillo y se abalanzó sobre “la Culata”. Un grito seco y estremecedor se escuchó, Catalina fue atravesada con aquel frío metal. “La Culata” cayó a los pies de Alberto y éste tomó de su cinturón el machete que lo acompañaba. Los golpes comenzaron entre ambos bandos y muchos murieron en aquel día de fiesta.
La tragedia dividió al pueblo, algunos de los plateros de Amozoc aseguran que por las noches, en la iglesia del poblado se pueden escuchar los gritos de Catalina y un coro celestial que canta “maten a la Culata”.
Leyenda Poblana
Durante el periodo del Virreinato, en el municipio de Amozoc aconteció un hecho que ha extrañado a quienes lo han escuchado. En este poblado vivía Alberto, líder de uno de los gremios más importantes de plateros de la región. Él acostumbraba reunirse frecuentemente con sus amigos para celebrar las festividades del pueblo. Sin embargo, la discordia provocada por una mujer llevó a que algunos de sus más allegados compañeros decidieran alejarse y formar su propio gremio.
Para la época de las primeras festividades los gremios acostumbraban superar sus diferencias y unirse para compartir los gastos por unos días. La celebración requería que días antes, cada gremio dedicara un día entero a los preparativos. La alegría en el rostro de Alberto aumentaba cuando se veía acompañado de Catalina, una bella joven, quien era conocida como “la Culata”. Y su presencia intimidaba a muchos y molestaba a otros, sobre todo a Enrique, líder del segundo gremio más importante del pueblo.
El coraje que Enrique sentía al ver a “la Culata” al lado de Alberto provocaba en él los sentimientos más despreciables. Su odio aumentaba hasta el grado de que ambos gremios se miraran con desprecio y evitaron a toda costa cruzar palabra. Por ello decidieron hacer sus fiestas por separado, sin que ni unos ni otros intervinieran en los festejos.
Pero las rencillas se hacían cada vez más notables, por lo que las autoridades solicitaron llegar a un acuerdo para los grupos de Alberto y Enrique, llevando a cabo en conjunto las festividades, sólo por agradecimiento a su Santo Patrono.
Llegó el día. En la iglesia se dieron cita y la misa se celebraba, cuando Enrique alcanzó a ver sobre sus hombros cómo Catalina besaba con suavidad en la mejilla a Alberto. La ira que le produjo hizo que entre las estrofas de Mater Inmaculada se escuchara “maten a la Culata”.
Sin dudarlo, Enrique sacó el cuchillo y se abalanzó sobre “la Culata”. Un grito seco y estremecedor se escuchó, Catalina fue atravesada con aquel frío metal. “La Culata” cayó a los pies de Alberto y éste tomó de su cinturón el machete que lo acompañaba. Los golpes comenzaron entre ambos bandos y muchos murieron en aquel día de fiesta.
La tragedia dividió al pueblo, algunos de los plateros de Amozoc aseguran que por las noches, en la iglesia del poblado se pueden escuchar los gritos de Catalina y un coro celestial que canta “maten a la Culata”.
Mysterio- Guardian de Drarknillion
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