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La fiebre del Oro

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Mensaje por Sr Barbosa Sáb Oct 14, 2023 8:21 pm

Esta leyenda narra la historia de una joven pareja de esclavos, ellos servían a sus amos que residían en una enorme casa cercana a las costas de la ciudad. Allí tenían al menos una docena de esclavos y a pesar de la malas condiciones propias de su situación, habían podido encontrar el amor uno junto al otro. Cuenta  la leyenda que el hombre de esta relación era un nadador muy hábil, más que cualquier otro en esa época, por lo cual al oír la noticia de que un barco había naufragado a orillas de la costa esa zona, desparramando por el océano enormes cantidades de oro, vio la oportunidad de dejar atrás esa vida de esclavitud para siempre y huir junto con su amada.

En esa época debido a la precariedad de los equipos de navegación en el océano, era frecuente oír noticias sobre grandes buques que naufragaban al tomar caminos equivocados sepultando así en el fondo del mar toda su flota y los tesoros que había acarrando consigo. Al enterarse de esto la joven pareja huyó para siempre de la casa donde eran prisioneros para jamás volver, sabían que si lo hacían  serían condenados a un destino fatal, Una vez se escaparon ya no había vuelta atrás.  

Esperaron juntos la caída del sol en una playa cercana al lugar donde se creía hundido el barco, allí pudieron observar una embarcación más pequeña merodear la zona con hombres que se sumergían sacando todo lo que su manos llegaban a agarrar. Por la poca preparación y la falta de equipos de buceo, estos se retiraron apenas empezó a caer la noche. Fue entonces la oportunidad del intrépido nadador en búsqueda de libertad. Ya sabía más o menos donde comenzar a buscar y tenía la certeza de que su capacidad para aguantar la respiración bajo el agua era mucho más elevada que la del resto.

Así entonces se despidió de su amada y se dirigió al océano con rapidez antes de que se extinguieran los pocos rayos de luz del sol que quedaban, sino la tarea le sería mucho más complicada. Nadó con facilidad hasta la zona donde la pequeña embarcación se encontraba, llenó de aire sus pulmones y se impulsó hasta el fondo del mar. Allí divisó una moneda de oro tan reluciente como el brillo de mil soles, y luego otra... y luego otra más. Quedó fascinado al ver tanta belleza y riqueza contenida en esas pequeñas monedas,  tanto fue su fascinación que casi no se percató de que el aire en sus pulmones se estaba acabando.

Afuera, su amada lo esperaba con preocupación y angustia, el tiempo parecía ralentizarse, cada segundo duraba una eternidad y él no salía  a la superficie. Hasta que dé repente su silueta cortó la superficie del agua, y entre jaleos y  quejidos vio la figura del hombre salir hacía lo orilla. En su mano llevaba varias monedas de oro apretadas con fuerza, estando abajo del agua, se dio cuenta que ya no estaba pudiendo aguantar más la respiración por lo que tomó en sus manos todas las monedas que pudo y volvió a salir. Pero sabía que esto no era suficiente, allí abajo había mucho más. Esta vez estuvo al borde de la muerte pero no cometería el mismo error, volvería todos los días a la misma hora, tomando una moneda cada día y así tendría suficientes para el resto de la vida.

Pero su esposa no estaba para nada de acuerdo con este plan. Ella tuvo que presenciar aterrorizada cómo su marido casi muere en las garras del océano, por lo que no permitiría que vuelva a intentar algo semejante. Luego de muchas discusiones, la pareja llegó a un acuerdo: él lo haría sólo una vez más, él tomaría todo lo que pueda rápidamente y volvería a subir, luego de eso nunca más se sumergiría. Ninguno de los dos estaba de acuerdo con el plan, pero a regañadientes ambos aceptaron, después de todo era el punto de encuentro al que llegaron tras su acalorada negociación.

Por última vez el hombre se sumergió, pero esta vez no volvería a salir, el mar,  al llegar al fondo de lo que sería su helada tumba encontró aún más monedas de oro que la vez anterior, era un tesoro enorme!! Preso de la ambición y la codicia tomó todo el oro que pudo, extasiado por tanto brillo, olvidándose de su amada que los esperaba a orillas del mar, olvidándose incluso de su propia vida y de que tenía que respirar. Cuando sus pulmones se quedaron sin aire, ya era demasiado tarde, esta vez no lo logró.

Su esposa lo esperó en un angustiante estado de desesperación pero él nunca salió, la tristeza se apoderó de su vida junto con la desgarrante desolación de haber perdido lo único que tenía en el mundo: a su amor. Aún así jamás aceptó que el mar le había quitada al hombre que tanto amaba. Esperó y esperó, continuó regresando a esa playa día tras día, esperando que la superficie del agua se abriera para que de allí emerja nuevamente su amor, pero esto jamás sucedió. Dicen que tras su muerte esta desolada mujer sigue yendo al mismo lugar a esperar que su esposo regrese, ya que son varias las personas que relatan haber visto una figura traslúcida de mujer merodeando la zona a horas del atardecer.

Ni el tiempo ni la muerte podrán quitar a esta mujer las esperanzas de que su esposo vuelva a emerger del agua.
Sr Barbosa
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