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¡UN PEQUEÑO REGRESÓ A LA VIDA!
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¡UN PEQUEÑO REGRESÓ A LA VIDA!
¡UN NIÑO SE RECUPERÓ COMPLETAMENTE DESPUÉS DE HABER SIDO DECLARADO MUERTO!
La milagrosa recuperación del pequeño Caleb Teodorescu desafía todas las leyes de la probabilidad. Los médicos reconocieron que a esto solo se le puede catalogar como milagro.
A éste chiquillo rumano ahora se le ve muy sonriente y activo como cualquier otro niño de dos años, pero una semana antes de la tragedia su corazón se detuvo durante cerca de treinta minutos y fue declarado clínicamente muerto.
El 25 de noviembre del 2011 la madre de Caleb lo encontró en el fondo de la alberca de su casa y ya tenía varios minutos sumergido.
El niño se había escapado hacia el patio trasero donde estaba el jardín y la alberca pues aprovechó que la puerta estaba entreabierta, en lo que la madre, Mihaela estaba en el baño.
Caleb corrió en la orilla de la alberca y cayó accidentalmente al agua.
Mihaela salió del baño y empezó a llamar a su hijo. Vio la puerta abierta y presintió algo. Corrió al exterior y su instinto de madre le hizo ver al fondo de la alberca.
Al verlo en el fondo completamente azul, ahogado, se puso histérica y gritó por ayuda.
Un vecino acudió pronto en su auxilio y se tiró con todo y ropa al agua, sacando al pequeño de inmediato e intentó reanimarlo, pero todo fue en vano.
Mihaela lloraba desesperada y rogaba una y otra vez a Dios para que se lo reviviera. Gritaba “¡Señor! ¡Señor! ¡No me lo puedes quitar!”.
Lo irónico del asunto es que días antes ella y su esposo se enteraron de la muerte del hijo de otra familia, el cual se había ahogado en la alberca de su casa.
Para evitar que algo parecido pudiera ocurrir con Caleb, compraron lo necesario para colocar una cerca metálica de red de protección en la alberca y solo estaban a la espera de que los albañiles llegaran al día siguiente para poder instalarla. Pero la desgracia los sorprendió.
Rápidamente llegó una ambulancia y los paramédicos se llevaron al niño. En el trayecto fueron en vano los intentos que hicieron para tratar de hacerlo reaccionar.
Tampoco en el hospital pudieron hacer que reviviera. Lo declararon clínicamente muerto.
Mihaela estaba al borde de la locura. No se perdonaba haber ido por unos instantes al baño y se culpaba de la muerte de su hijo por haberlo dejado solo unos momentos.
Levantaron el acta de defunción… Caleb murió por ahogamiento.
Lo dejaron sobre una camilla y Mihaela se acercó para estar al lado del cadáver de su hijo. No quiso separarse de él. Todo el tiempo estuvo acariciándole sus manitas mientras que lloraba desconsoladamente.
Cerca de media hora del deceso, ella notó que su pequeño había movido ligeramente un dedito. Luego vio que uno de sus párpados se empezó a mover también y de pronto Caleb emitió un suspiro muy débil.
Los médicos corrieron para revisarlo. Le dijeron a Mihaela que no se hiciera ilusiones ya que muchas veces eran reacciones corporales post mortem.
Pero el chiquillo empezó a dar más señales de que estaba vivo y los galenos se enfrascaron en restablecer sus signos vitales y los latidos de su corazón.
Aún así, los pronósticos eran muy sombríos y Mihaela estuvo orando fervientemente.
Un trauma de tal envergadura puede dejar graves secuelas. Se temía que Caleb, si salvaba su vida no volviera a ser el mismo de antes.
Lo tuvieron cinco días metido entre hielo para bajarle a lo máximo posible la temperatura, provocándole una hipotermia controlada con el fin de colocarlo en estado de hibernación para prevenir daños cerebrales.
Pasado ese tiempo, poco a poco se recuperó hasta restablecer la normalidad al cabo de casi tres semanas.
El pediatra de cuidados intensivos Corey Philpot, quien lo atendió en el Centro Médico Banner Thunderbird, en Glendale, Arizona, en los Estados Unidos, dijo: “Caleb murió y esto nos consta a todos nosotros. Médicamente es imposible que ahora esté vivo.
Según los doctores, el uso de la hipotermia terapéutica le salvó la vida.
Caleb abrió los ojos, después de un rato él pudo moverse y, para la sorpresa de todos, no mostró señal alguna de lesión cerebral.
Pudo hablar, pensar, moverse y actuar de manera normal. Solo estaba muy confuso y su cuerpo estaba casi helado.
El doctor Corey asegura que será cien por ciento normal y la gente mayoría no notará ni una secuela en su cuerpo o en su personalidad de lo sucedido… ¡De hecho, sus padres han notado que habla mucho mejor ahora!
El padre de Caleb, Ovi Teodorescu, dijo: ‘No lo puedo creer. Dios hizo un verdadero milagro. El Señor nos dio el mejor milagro de Navidad que mi esposa y yo hayamos podido recibir’.
Mihaela finalizó diciendo: ‘Yo pensaba que mi Caleb había muerto, pero está vivo, sin tener ningún problema ni discapacidad. Habla y anda.
‘De hoy en adelante no me separaré de él, así sea que yo vaya al baño me lo llevo de plano ahí y lo siento a mi lado, pero jamás le voy a despegar el ojo’…
La milagrosa recuperación del pequeño Caleb Teodorescu desafía todas las leyes de la probabilidad. Los médicos reconocieron que a esto solo se le puede catalogar como milagro.
A éste chiquillo rumano ahora se le ve muy sonriente y activo como cualquier otro niño de dos años, pero una semana antes de la tragedia su corazón se detuvo durante cerca de treinta minutos y fue declarado clínicamente muerto.
El 25 de noviembre del 2011 la madre de Caleb lo encontró en el fondo de la alberca de su casa y ya tenía varios minutos sumergido.
El niño se había escapado hacia el patio trasero donde estaba el jardín y la alberca pues aprovechó que la puerta estaba entreabierta, en lo que la madre, Mihaela estaba en el baño.
Caleb corrió en la orilla de la alberca y cayó accidentalmente al agua.
Mihaela salió del baño y empezó a llamar a su hijo. Vio la puerta abierta y presintió algo. Corrió al exterior y su instinto de madre le hizo ver al fondo de la alberca.
Al verlo en el fondo completamente azul, ahogado, se puso histérica y gritó por ayuda.
Un vecino acudió pronto en su auxilio y se tiró con todo y ropa al agua, sacando al pequeño de inmediato e intentó reanimarlo, pero todo fue en vano.
Mihaela lloraba desesperada y rogaba una y otra vez a Dios para que se lo reviviera. Gritaba “¡Señor! ¡Señor! ¡No me lo puedes quitar!”.
Lo irónico del asunto es que días antes ella y su esposo se enteraron de la muerte del hijo de otra familia, el cual se había ahogado en la alberca de su casa.
Para evitar que algo parecido pudiera ocurrir con Caleb, compraron lo necesario para colocar una cerca metálica de red de protección en la alberca y solo estaban a la espera de que los albañiles llegaran al día siguiente para poder instalarla. Pero la desgracia los sorprendió.
Rápidamente llegó una ambulancia y los paramédicos se llevaron al niño. En el trayecto fueron en vano los intentos que hicieron para tratar de hacerlo reaccionar.
Tampoco en el hospital pudieron hacer que reviviera. Lo declararon clínicamente muerto.
Mihaela estaba al borde de la locura. No se perdonaba haber ido por unos instantes al baño y se culpaba de la muerte de su hijo por haberlo dejado solo unos momentos.
Levantaron el acta de defunción… Caleb murió por ahogamiento.
Lo dejaron sobre una camilla y Mihaela se acercó para estar al lado del cadáver de su hijo. No quiso separarse de él. Todo el tiempo estuvo acariciándole sus manitas mientras que lloraba desconsoladamente.
Cerca de media hora del deceso, ella notó que su pequeño había movido ligeramente un dedito. Luego vio que uno de sus párpados se empezó a mover también y de pronto Caleb emitió un suspiro muy débil.
Los médicos corrieron para revisarlo. Le dijeron a Mihaela que no se hiciera ilusiones ya que muchas veces eran reacciones corporales post mortem.
Pero el chiquillo empezó a dar más señales de que estaba vivo y los galenos se enfrascaron en restablecer sus signos vitales y los latidos de su corazón.
Aún así, los pronósticos eran muy sombríos y Mihaela estuvo orando fervientemente.
Un trauma de tal envergadura puede dejar graves secuelas. Se temía que Caleb, si salvaba su vida no volviera a ser el mismo de antes.
Lo tuvieron cinco días metido entre hielo para bajarle a lo máximo posible la temperatura, provocándole una hipotermia controlada con el fin de colocarlo en estado de hibernación para prevenir daños cerebrales.
Pasado ese tiempo, poco a poco se recuperó hasta restablecer la normalidad al cabo de casi tres semanas.
El pediatra de cuidados intensivos Corey Philpot, quien lo atendió en el Centro Médico Banner Thunderbird, en Glendale, Arizona, en los Estados Unidos, dijo: “Caleb murió y esto nos consta a todos nosotros. Médicamente es imposible que ahora esté vivo.
Según los doctores, el uso de la hipotermia terapéutica le salvó la vida.
Caleb abrió los ojos, después de un rato él pudo moverse y, para la sorpresa de todos, no mostró señal alguna de lesión cerebral.
Pudo hablar, pensar, moverse y actuar de manera normal. Solo estaba muy confuso y su cuerpo estaba casi helado.
El doctor Corey asegura que será cien por ciento normal y la gente mayoría no notará ni una secuela en su cuerpo o en su personalidad de lo sucedido… ¡De hecho, sus padres han notado que habla mucho mejor ahora!
El padre de Caleb, Ovi Teodorescu, dijo: ‘No lo puedo creer. Dios hizo un verdadero milagro. El Señor nos dio el mejor milagro de Navidad que mi esposa y yo hayamos podido recibir’.
Mihaela finalizó diciendo: ‘Yo pensaba que mi Caleb había muerto, pero está vivo, sin tener ningún problema ni discapacidad. Habla y anda.
‘De hoy en adelante no me separaré de él, así sea que yo vaya al baño me lo llevo de plano ahí y lo siento a mi lado, pero jamás le voy a despegar el ojo’…
Mysterio- Guardian de Drarknillion
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