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Un extraño en la fiesta
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Drarknillion :: Foro Principal :: Exteriores :: La cabaña :: Leyendas urbanas
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Un extraño en la fiesta
"No debe haber evento más divertido que una fiesta en compañía de buenos amigos. Las fiestas suelen ser la excusa ideal para dejar de lado los malos momentos, combatir el aburrimiento u olvidarse de los problemas. Y en el lugar apropiado, con la gente que uno quiere, es prácticamente imposible pasarla mal, a no ser que suceda algo desafortunado, algo que no está en los planes de nadie, como por ejemplo, que de golpe aparezca un extraño y que, en un abrir y cerrar de ojos, lo arruine todo.
Eso fue lo que le ocurrió a unos amigos colombianos que una noche se juntaron para divertirse. Si bien la idea era pasarla bien, aquella noche la reunión no sería tan alegre como de costumbre, ya que para su sorpresa un extraño de apariencia misteriosa aparecería de golpe y le pondría punto final a la fiesta.
Colombia es un país de muchas fiestas, en cada pueblo hay todo tipo de celebraciones y festejos. Tal vez, eso justifique la alegría que siempre está presente en los colombianos. Pero la tradición oral parece sugerir que en este país hay fiestas que no son tan amenas, ya que algunos de los invitados, a veces, no son de este mundo.
En el departamento de Cundinamarca trascendió un acontecimiento que hasta el día de hoy es contado. Todo empezó una fría noche de invierno, cuando dos amigos se juntaron para hacer lo que siempre hacían: tomar aguardiente en un pequeño bar en la ciudad de Chía. Cuentan que estos jóvenes premanecieron tomando en la barra del local durante horas hasta que el dueño les informó que debía cerrar.
Envueltos en los vapores del alcohol e invadidos por una sensación de plena alegría, coincidieron en que la noche no podía terminar allí, así que cada uno pidió una botella de agua ardiente para llevar y salieron juntos a caminar por las desoladas calles de la ciudad. Entre trago y trago se hacían más hombres, más fuertes, más valientes... Y así, en ese estado de embriaguez, caminaron unos cuantos minutos, hasta que, en determinado momento se dieron cuenta de que estaban frente a la puerta del cementerio de la ciudad.
Fue allí donde comenzaron a desafiarse y a jugar a ver quién tenía más coraje y se animaba a entrar solo al cementerio.
Uno de ellos comenzó a incitar al otro:
-¡Usted no es capaz de entrar!-exclamó en tono desafiante, mientras su joven amigo, por supuesto, no se quedaba atrás al escuchar semejante reto.
-¿Que no soy capaz de entrar?
-Claro que soy capaz de entrar.
-¿Qué?... ¿Acaso usted me está midiendo? Siguieron discutiendo sin interrumpir los tragos de aguardiente que animaban aquella charla hasta que, finalmente, el joven desafiado, muerto del susto, pero sin querer demostrárselo a su amigo, le puso punto final al tema y decidió entrar solo al cementerio.
Al ingresar al cementerio fue recibido por una brisa gélida que le llegó hasta los huesos e hizo que el miedo se apoderara de cada rincón de su cuerpo. Pensó en salir inmediatamente de aquel funesto lugar, pero no podía volver atrás, no podía regresar y decirle a su amigo que le había dado miedo y que por eso había salido. Así que siguió caminando entre las tumbas, bebiendo desesperadamente del pico de la botella, como pidiéndole al alcohol que borrara de su mente todo lo que estaba viendo y presintiendo.
Aquel paisaje era verdaderamente siniestro y él se sentía incómodo, pero la situación empeoró cuando a sus espaldas escuchó ruidos muy extraños.
Buscó el origen de aquellos sonidos en las penumbras, ayudado por lo poco que lo dejaba ver la pálida luz de la luna. Pero no vio nada extraño. Lo que si le llamó la atención fue un cráneo que estaba apoyado sobre la tapa de mármol de un descuidado panteón. Le pareció raro encontrar una calavera fuera de su cajón, pero luego de ver que, aparentemente, aquello era inofensivo, cambió la sensación de temor por otra mucho mas amena. Comenzó a hablarle a la calavera.
Con aguardiente en la cabeza cualquier cosa era posible, así que le habló y le habló de todo: de la vida, del amor, de los amigos, de lo valiente que era... Y mientras conversaba, convidaba a su nuevo "amigo" con aguardiente que le rociaba por encima.
Cuando la conversación finalizó, tomó al cráneo entre sus manos, lo miró y al ver su mandíbula y sus dientes, le preguntó de qué se reía. Al no obtener respuesta volvió a invitar a la calavera con otro trago de aguardiente que, una vez más, le tiró por encima. Ella seguía, aparentemente, riéndose. Sin embargo, lo que el alcohol no le dejaba ver a ese muchacho era que aquella no era una sonrisa, sino la expresión fría y rígida de la muerte en los dientes de la calavera.
En ese momento, el intrépido recordó al amigo que lo esperaba fuera de la necrópolis y tomó el cráneo a modo de trofeo, deseando lucirse con su logro al exhibirlo cuando saliera. Así demostrar su coraje. Su compañero permanecía en la entrada del cementerio, esperándolo. Al salir el muchacho se acercó y le mostró la sonriente calavera, su nuevo "amigo". El acompañante quedó impactado con su valor, ya que no solo había entrado al cementerio, sino que había vuelto con un cráneo en sus manos.
Acto seguido, se pusieron a hacer bromas con la calavera, como si fuera un amigo más.
Se burlaban de ella y seguían rociándola con aguardiente. Así estuvieron carios minutos hasta que se dieron cuenta de que ya era muy tarde y debían regresar a sus hogares.
Antes de irse del lugar, el muchacho invitó a su nuevo amigo a una fiesta que tendría lugar en su casa, al día siguiente. Le dijo que tomarían aguardiente y bailarían al ritmo de la mejor música.
Luego de hacerle esa invitación, el joven arrojó la calavera por los aires, con tanta fuerza que voló hacia el interior del cementerio y cayó entre unas solitarias tumbas. Hecho esto, cada uno se fue a su casa y, así, le pusieron punto final a aquella jornada. Al día siguiente, les costó mucho levantarse temprano por el efecto del aguardiente, pero, ni bien se despabilaron, se pusieron a organizar todo lo que precisaban para llevar a cabo la fiesta. Bebidas, buena música y alcohol estaban presentes y, pocas horas después, la fiesta ya había comenzado.
El muchacho que más bebía y era capaz de entrar ebrio a un cementerio fue recibiendo, uno a uno, a los invitados que llegaban entusiasmados, ya que esas fiestas tenían fama de ser alucinantes.
Todo iba muy bien, hasta que de pronto un sonido estridente se coló entre los acordes del tema musical que escuchaban y llamó la atención de los invitados. Era el timbre. El dueño de casa fue a atender. Mientras se dirigía hacia la puerta de entrada pensaba en que todos los invitados ya habían llegado. Así que no tenía idea de quién podría ser el que estaba tocando el timbre. Preguntó quién era, pero de otro lado nadie contestó. Por un instante dudó si había escuchado bien o había sido un error, pero, igualmente, decidió abrir para sacarse la duda.
La abrió y fue allí cuando cuando se llevó la primera sorpresa de la noche. Parado, impecablemente vestido con un traje negro, se encontraba un hombre de mediana edad. Parecía haber salido de una máquina del tiempo, ya que su atuendo no pertenecía a esa época. Sin embargo, esto no era lo más extraño de todo, lo que dejó mudo al muchacho fue que este señor esbozaba una sonrisa y lo miraba de manera cómplice, como si lo conociera.
-Buenas noches. He llegado. ¿Me dejas pasar?
El muchacho cada vez entendía menos lo que sucedía, así que le respondió:
-¿Quién es usted? ¿A quién está buscando?
El hombre de traje negro trató de explicarle cordialmente al muchacho que era su amigo, que él lo había invitado a la fiesta y que le había parecido bien concurrir.
-Esta fiesta es privada, solo entran mis amistades, yo a usted no lo conozco- le dijo el muchacho, bastante molesto con la confusa situación.
-Sin embargo, ayer usted me invitó-esta vez desapareció la sonrisa del extraño visitante y, en su lugar, apreció una mirada penetrante que incomodó al dueño de la casa.
El muchacho intentó recordar a quién había invitado, pero los efectos del alcohol no lo dejaban recontruir lo que había acontecido la noche anterior.
-¿Cuándo lo invité? Yo ayer estaba borracho y no lo recuerdo.
Tanta fue la negación del joven que el hombre de traje lentamente empezó a recordarle quién era. Pero no se lo recordó con palabras. Su rostro empezó a perder toda la piel, la carne, y sangre y, poco a poco, se esbozó en el rostro de aquel extraño la sonrisa irónica de la calavera de la noche anterior.
Ese misterioso visitante era nada más y nada menos que el "amigo" que el muchacho hizo en el cementerio. Esa calavera que invitó a su fiesta y que ahora estaba ahí, parada frente a él. Cuentan que el pobre muchacho al ver semejante imagen se desvaneció en el acto y cuando sus amigos llegaron, lo encontraron tirado en el piso junto a la puerta, sin rastros de ninguna persona en su compañía.
Ese desafortunado joven difícilmente podrá olvidar lo que ocurrió esa noche. Está seguro de que aquel ser del más allá se presentó en la fiesta por su invitación en el cementerio, porque el se burló de la muerte, le faltó el respeto, y con la muerte no se juega."
Fuente: Libro, voces anónimas (Siniestro). Extraído de Wiki de Creepypastas
Comparto esta historia que conseguí en internet, que alguien publicó que consiguió en un libro y la quería compartir hoy con ustedes porque es una historia que vale la pena leer, está muy bien redactada y es interesante y aterradora. Espero que la disfruten tanto como yo.
Eso fue lo que le ocurrió a unos amigos colombianos que una noche se juntaron para divertirse. Si bien la idea era pasarla bien, aquella noche la reunión no sería tan alegre como de costumbre, ya que para su sorpresa un extraño de apariencia misteriosa aparecería de golpe y le pondría punto final a la fiesta.
Colombia es un país de muchas fiestas, en cada pueblo hay todo tipo de celebraciones y festejos. Tal vez, eso justifique la alegría que siempre está presente en los colombianos. Pero la tradición oral parece sugerir que en este país hay fiestas que no son tan amenas, ya que algunos de los invitados, a veces, no son de este mundo.
En el departamento de Cundinamarca trascendió un acontecimiento que hasta el día de hoy es contado. Todo empezó una fría noche de invierno, cuando dos amigos se juntaron para hacer lo que siempre hacían: tomar aguardiente en un pequeño bar en la ciudad de Chía. Cuentan que estos jóvenes premanecieron tomando en la barra del local durante horas hasta que el dueño les informó que debía cerrar.
Envueltos en los vapores del alcohol e invadidos por una sensación de plena alegría, coincidieron en que la noche no podía terminar allí, así que cada uno pidió una botella de agua ardiente para llevar y salieron juntos a caminar por las desoladas calles de la ciudad. Entre trago y trago se hacían más hombres, más fuertes, más valientes... Y así, en ese estado de embriaguez, caminaron unos cuantos minutos, hasta que, en determinado momento se dieron cuenta de que estaban frente a la puerta del cementerio de la ciudad.
Fue allí donde comenzaron a desafiarse y a jugar a ver quién tenía más coraje y se animaba a entrar solo al cementerio.
Uno de ellos comenzó a incitar al otro:
-¡Usted no es capaz de entrar!-exclamó en tono desafiante, mientras su joven amigo, por supuesto, no se quedaba atrás al escuchar semejante reto.
-¿Que no soy capaz de entrar?
-Claro que soy capaz de entrar.
-¿Qué?... ¿Acaso usted me está midiendo? Siguieron discutiendo sin interrumpir los tragos de aguardiente que animaban aquella charla hasta que, finalmente, el joven desafiado, muerto del susto, pero sin querer demostrárselo a su amigo, le puso punto final al tema y decidió entrar solo al cementerio.
Al ingresar al cementerio fue recibido por una brisa gélida que le llegó hasta los huesos e hizo que el miedo se apoderara de cada rincón de su cuerpo. Pensó en salir inmediatamente de aquel funesto lugar, pero no podía volver atrás, no podía regresar y decirle a su amigo que le había dado miedo y que por eso había salido. Así que siguió caminando entre las tumbas, bebiendo desesperadamente del pico de la botella, como pidiéndole al alcohol que borrara de su mente todo lo que estaba viendo y presintiendo.
Aquel paisaje era verdaderamente siniestro y él se sentía incómodo, pero la situación empeoró cuando a sus espaldas escuchó ruidos muy extraños.
Buscó el origen de aquellos sonidos en las penumbras, ayudado por lo poco que lo dejaba ver la pálida luz de la luna. Pero no vio nada extraño. Lo que si le llamó la atención fue un cráneo que estaba apoyado sobre la tapa de mármol de un descuidado panteón. Le pareció raro encontrar una calavera fuera de su cajón, pero luego de ver que, aparentemente, aquello era inofensivo, cambió la sensación de temor por otra mucho mas amena. Comenzó a hablarle a la calavera.
Con aguardiente en la cabeza cualquier cosa era posible, así que le habló y le habló de todo: de la vida, del amor, de los amigos, de lo valiente que era... Y mientras conversaba, convidaba a su nuevo "amigo" con aguardiente que le rociaba por encima.
Cuando la conversación finalizó, tomó al cráneo entre sus manos, lo miró y al ver su mandíbula y sus dientes, le preguntó de qué se reía. Al no obtener respuesta volvió a invitar a la calavera con otro trago de aguardiente que, una vez más, le tiró por encima. Ella seguía, aparentemente, riéndose. Sin embargo, lo que el alcohol no le dejaba ver a ese muchacho era que aquella no era una sonrisa, sino la expresión fría y rígida de la muerte en los dientes de la calavera.
En ese momento, el intrépido recordó al amigo que lo esperaba fuera de la necrópolis y tomó el cráneo a modo de trofeo, deseando lucirse con su logro al exhibirlo cuando saliera. Así demostrar su coraje. Su compañero permanecía en la entrada del cementerio, esperándolo. Al salir el muchacho se acercó y le mostró la sonriente calavera, su nuevo "amigo". El acompañante quedó impactado con su valor, ya que no solo había entrado al cementerio, sino que había vuelto con un cráneo en sus manos.
Acto seguido, se pusieron a hacer bromas con la calavera, como si fuera un amigo más.
Se burlaban de ella y seguían rociándola con aguardiente. Así estuvieron carios minutos hasta que se dieron cuenta de que ya era muy tarde y debían regresar a sus hogares.
Antes de irse del lugar, el muchacho invitó a su nuevo amigo a una fiesta que tendría lugar en su casa, al día siguiente. Le dijo que tomarían aguardiente y bailarían al ritmo de la mejor música.
Luego de hacerle esa invitación, el joven arrojó la calavera por los aires, con tanta fuerza que voló hacia el interior del cementerio y cayó entre unas solitarias tumbas. Hecho esto, cada uno se fue a su casa y, así, le pusieron punto final a aquella jornada. Al día siguiente, les costó mucho levantarse temprano por el efecto del aguardiente, pero, ni bien se despabilaron, se pusieron a organizar todo lo que precisaban para llevar a cabo la fiesta. Bebidas, buena música y alcohol estaban presentes y, pocas horas después, la fiesta ya había comenzado.
El muchacho que más bebía y era capaz de entrar ebrio a un cementerio fue recibiendo, uno a uno, a los invitados que llegaban entusiasmados, ya que esas fiestas tenían fama de ser alucinantes.
Todo iba muy bien, hasta que de pronto un sonido estridente se coló entre los acordes del tema musical que escuchaban y llamó la atención de los invitados. Era el timbre. El dueño de casa fue a atender. Mientras se dirigía hacia la puerta de entrada pensaba en que todos los invitados ya habían llegado. Así que no tenía idea de quién podría ser el que estaba tocando el timbre. Preguntó quién era, pero de otro lado nadie contestó. Por un instante dudó si había escuchado bien o había sido un error, pero, igualmente, decidió abrir para sacarse la duda.
La abrió y fue allí cuando cuando se llevó la primera sorpresa de la noche. Parado, impecablemente vestido con un traje negro, se encontraba un hombre de mediana edad. Parecía haber salido de una máquina del tiempo, ya que su atuendo no pertenecía a esa época. Sin embargo, esto no era lo más extraño de todo, lo que dejó mudo al muchacho fue que este señor esbozaba una sonrisa y lo miraba de manera cómplice, como si lo conociera.
-Buenas noches. He llegado. ¿Me dejas pasar?
El muchacho cada vez entendía menos lo que sucedía, así que le respondió:
-¿Quién es usted? ¿A quién está buscando?
El hombre de traje negro trató de explicarle cordialmente al muchacho que era su amigo, que él lo había invitado a la fiesta y que le había parecido bien concurrir.
-Esta fiesta es privada, solo entran mis amistades, yo a usted no lo conozco- le dijo el muchacho, bastante molesto con la confusa situación.
-Sin embargo, ayer usted me invitó-esta vez desapareció la sonrisa del extraño visitante y, en su lugar, apreció una mirada penetrante que incomodó al dueño de la casa.
El muchacho intentó recordar a quién había invitado, pero los efectos del alcohol no lo dejaban recontruir lo que había acontecido la noche anterior.
-¿Cuándo lo invité? Yo ayer estaba borracho y no lo recuerdo.
Tanta fue la negación del joven que el hombre de traje lentamente empezó a recordarle quién era. Pero no se lo recordó con palabras. Su rostro empezó a perder toda la piel, la carne, y sangre y, poco a poco, se esbozó en el rostro de aquel extraño la sonrisa irónica de la calavera de la noche anterior.
Ese misterioso visitante era nada más y nada menos que el "amigo" que el muchacho hizo en el cementerio. Esa calavera que invitó a su fiesta y que ahora estaba ahí, parada frente a él. Cuentan que el pobre muchacho al ver semejante imagen se desvaneció en el acto y cuando sus amigos llegaron, lo encontraron tirado en el piso junto a la puerta, sin rastros de ninguna persona en su compañía.
Ese desafortunado joven difícilmente podrá olvidar lo que ocurrió esa noche. Está seguro de que aquel ser del más allá se presentó en la fiesta por su invitación en el cementerio, porque el se burló de la muerte, le faltó el respeto, y con la muerte no se juega."
Fuente: Libro, voces anónimas (Siniestro). Extraído de Wiki de Creepypastas
Comparto esta historia que conseguí en internet, que alguien publicó que consiguió en un libro y la quería compartir hoy con ustedes porque es una historia que vale la pena leer, está muy bien redactada y es interesante y aterradora. Espero que la disfruten tanto como yo.
Sr Barbosa- Guardian de Drarknillion
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Reputación : 4
Fecha de inscripción : 17/10/2014
Edad : 40
Localización : Ultratumba
Re: Un extraño en la fiesta
Primero antes que nada quería agradecerte que hayas compartido esta historia que no la conocía.
Segundo, quería comentar mi pequeña opinión. La historia te va introduciendo de a poco porque en sus primeras instancias parece como si estuvieras leyendo algo cliché, pero toma su envión y toda su fuerza a medida que avanza, para resultar en algo que, efectivamente, no esperas.
En todo esto siempre cuenta mucho la propia "interacción" del lector, su intento por anticipar cada movimiento. No dudamos de que el escritor cumple con la historia, más bien me parece que hay gran parte de la responsabilidad en el lector que debería saber interpretar, y ponerse en los zapatos del protagonista. Tiene todo los elementos para que la historia lo atrape, buena presentación, buena ambientación, incluso con pocas palabras para que a todos se nos haga más disfrutable y casual, y un final extraño, misterioso, inquietante y hasta cierto punto impactante.
No niego que podría ser mejorada con pequeños retoques, incluso por ahí es de origen anglosajón y su traducción no es la mejor, en todo caso esta bien igual y es un buen descubrimiento
Gracias.
Segundo, quería comentar mi pequeña opinión. La historia te va introduciendo de a poco porque en sus primeras instancias parece como si estuvieras leyendo algo cliché, pero toma su envión y toda su fuerza a medida que avanza, para resultar en algo que, efectivamente, no esperas.
En todo esto siempre cuenta mucho la propia "interacción" del lector, su intento por anticipar cada movimiento. No dudamos de que el escritor cumple con la historia, más bien me parece que hay gran parte de la responsabilidad en el lector que debería saber interpretar, y ponerse en los zapatos del protagonista. Tiene todo los elementos para que la historia lo atrape, buena presentación, buena ambientación, incluso con pocas palabras para que a todos se nos haga más disfrutable y casual, y un final extraño, misterioso, inquietante y hasta cierto punto impactante.
No niego que podría ser mejorada con pequeños retoques, incluso por ahí es de origen anglosajón y su traducción no es la mejor, en todo caso esta bien igual y es un buen descubrimiento
Gracias.
Re: Un extraño en la fiesta
Gracias a vos por tomarte el tiempo de leerla, por mi parte me es difícil encontrar errores o fallas por ponerle un nombre ya que conozco al autor y es un tipo al cual admiro y bueno... me cuesta criticarlo o analizarlo. Pero esto es lo bueno de poder intercambiar opiniones con otras personas. Sin duda tu tienes una mirada más objetiva que yo en este caso y agradezco tu comentario.
La historia como dices sin duda trae eso de lo extraño, de lo inesperado y aterrador al estar en la piel del protagonista aunque también puede ser tomado como una advertencia.
Por otra parte pronto estaré en La Casita del Árbol compartiendo una historia propia, una de esas experiencias que te marcan... apenas la termine de escribir la estaré posteando y te invito, si quieres, a leerla
La historia como dices sin duda trae eso de lo extraño, de lo inesperado y aterrador al estar en la piel del protagonista aunque también puede ser tomado como una advertencia.
Por otra parte pronto estaré en La Casita del Árbol compartiendo una historia propia, una de esas experiencias que te marcan... apenas la termine de escribir la estaré posteando y te invito, si quieres, a leerla
Sr Barbosa- Guardian de Drarknillion
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