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El Hospital de La Sangre
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El Hospital de La Sangre
Lugares embrujados de España: El Hospital de La Sangre
El antiguo Hospital de las Cinco Llagas, también conocido como Hospital de la Sangre, es un edificio que se encuentra situado en la ciudad de Sevilla y que actualmente constituye la sede del Parlamento de Andalucía.
Concebido en 1500 cuando Doña Catalina de Ribera encargó la construcción de un edificio que sirviera como hospital, para el cuidado y atención de las mujeres pobres, su construcción se inició en 1546 por voluntad de Don Fadrique Enríquez de Ribera, muerto en 1539. Fue diseñado por Martín de Gainza, quien dirigió las obras hasta su muerte, en 1556. Dos años más tarde se encarga la continuación de la obra a Hernán Ruiz II, inaugurándose aunque incompleto dos años más tarde.
El edificio funcionó como hospital hasta el año 1972. Tras años de abandono, en 1986 se redactan los proyectos para su conversión en la sede del Parlamento de Andalucía, inaugurándose el 28 de Febrero (día de Andalucía) de 1992. La restauración total del edificio finalizó en el año 2003, con la conclusión de los trabajos de recuperación de los patios y estancias que no se habían acometido durante los años ochenta.
Fue de los mas grandes de Europa junto con el Hospital Mayor de Milán. Las condiciones higiénicas fueron revolucionarias para su tiempo. Contó con un acueducto que llevaba el agua al edificio, un sistema de cloacas y grandes ventanales que permitían la entrada de la luz, dotándolo de una buena ventilación en sus habitaciones. Estuvo gestionado por entidades privadas y prestando asistencia en él las Hermanas de la Caridad hasta la Desamortización de Mendizabal.
Su historia fantasmal
Asentado sobre antiguos yacimientos arqueológicos que se remontan a tiempos prehistóricos, el Hospital de la Sangre siempre se ha visto rodeado de leyendas sobre ruidos extraños, apariciones sobrenaturales y todo tipo de fenómenos paranormales. Espectros de soldados que murieron entre horribles sufrimientos como consecuencia de heridas de guerra, niños víctimas de epidemias o mujeres que perdieron la vida al dar a luz, han sido recordados y recogidos por la tradición popular, siendo trasmitidos de generación entre los habitantes de la ciudad de Sevilla. Relatos, más o menos confusos que hablan de llantos de recién nacidos en estancias vacías, ruidos de pasos en corredores por los que no transita nadie o rostros sin cuerpo en las cristaleras de sus ventanas.
Una de las apariciones que cuenta con mayor numero de testimonios parece corresponder al de una silueta de monja que ha sido asociado a una religiosa que por su carácter insistente y reiterativo era llamada “Sor Ametralladora”. Sin embargo, ya se conocen otros relatos anteriores que hablan del fantasma de una religiosa, mucho antes de que ella prestara allí sus servicios. Se trataría de Sor Ursula, una monja que según se cuenta, por carácter y sentimientos, hizo que pocos lamentaran su muerte.
Durante su vida, y según las crónicas de la época, era de temperamento difícil e intolerante. Exigía una disciplina calificada de inhumana por la insensibilidad que manifestaba ante el dolor de los pacientes que asistía. En la actualidad, dicen haberla visto atendiendo enfermos que fallecerían poco después. Los ropajes antiguos con los que se describe la aparición han dado lugar a esta identificación.
Los sucesos registrados comienzan en junio de 1968, Antonio Rodríguez un enfermo de 40 años que yacía postrado en una de las camas del hospital vio claramente como se formaba delante de él, la imagen neblinosa de una monja que comenzó a andar hacía el pasillo en busca de la puerta:”no se como explicar aquella visión, era tarde, el dolor en la pierna no me dejaba dormir y estaba despierto, ante mí, justo delante de mi cama comenzó a brillar algo que llamó mi atención, poco a poco se fue formando un cuerpo humano que lucía hábito, era una monja transparente que echó a andar pasillo abajo, resonando el tintineo de su llavero repleto de llaves, como si hiciera una ronda a los enfermos…”.
Parecido es el relato de José Pérez que con 38 años ingresó en el hospital al tener un accidente laboral: “era tarde, no sé, serían las doce menos cuarto de la noche y sentí un frío repentino junto a mí, giré la cabeza y allí estaba.., era una monja pero no era normal.., era un fantasma, parecía comprobar el estado de mi compañero de cama que moriría al día siguiente, la visión me dejó helado, es hoy y se me ponen los pelos de punta. Acabó de hacer lo que fuera y siguió su ronda por otras camas, lo veía claramente, es de esas cosas que jamás se olvidan”.
Años antes en 1965, Manuel Moreno fue testigo de una nueva aparición de la monja del hospital:”estaba en un pasillo fumando a escondidas ya que estaba prohibido hacerlo, cuando sentí frío e incluso el cigarrillo parecía apagarse, me extrañó mucho pero cuando me giré, tras de mi estaba la monja en actitud desaprobadora.., me asuste mucho y salí de allí corriendo. Casi tres semanas después, mi compañero de cama me llamó haciéndome señas e indicándome que mirara al frente, allí justo atendiendo a otro compañero estaba la monja, casi transparente y atareada con el pobre infeliz que casi estaba desahuciado. Aquella noche comprendí que no eran cosas mías y que otros muchos enfermos habían visto al fantasma de la monja igual que yo y que por miedo no habían hablado”.
Cuando el Hospital cerró sus puertas en 1972 y hasta finales de la década de los 80 en que se tomó la determinación de utilizar el edificio como Sede del Parlamento Andaluz, los fenómenos siguieron produciéndose, tal y como atestiguaron algunos vecinos del lugar.
Allá por el año 1975 un vecino de la zona, Antonio Muñoz, mientras estaba asomado a la terraza de su domicilio vio algo que le dejó helado:” Serían las diez y media u once menos cuarto de la noche cuando me pareció ver a alguien en los pasillos del hospital, me extrañó ya que llevaba varios años cerrado y llamé a Paqui, mi mujer, para que viera aquello. Cuando lo vimos pasar nuevamente por otra de las ventanas del edificio, Paqui me dijo que era una monja.., aquello era imposible, sus vestimentas eran muy antiguas para la el año en que vivíamos y por otro lado el edificio estaba cerrado a cal y canto”.
Esperanza García es otra vecina del lugar y tuvo una experiencia similar allá por el año 1980: “Eran las once y pico de la noche y estaba fregando los platos de la cena, fue curioso por que mi ventana de la cocina da a una de las fachadas laterales del hospital, entonces vi perfectamente a una señora con hábitos, debían ser antiguos ya que no eran como los demás y que parecía estar haciendo algo por las habitaciones de aquel ala, fue muy curioso ya que el edificio estaba totalmente cerrado.
A lo largo de los años el edificio ha albergado a todo tipo de enfermos y necesitados de atención médica, especialmente los últimos años de la década de los 30 en donde el Hospital se pobló de heridos de la guerra. Se dice que en 1936 llegaban soldados que morían entre gritos y lamentaciones.
En el edificio mientras estuvo activo, vivían como personal de mantenimiento un electricista, un carpintero, un cristalero, el fogonero y el capataz de la huerta. El hijo del fogonero, Manuel Fernández, que había nacido en el mismo hospital y criado entre sus paredes, conocía al fantasma que por allí paseaba pero no le tenía miedo alguno, lo que despertaba su más ocultos terrores eran los lamentos de las parturientas y el paso de las camillas sin engrasar con los cadáveres hacía la sala de autopsias, estando el hospital vacío y cerrado desde hacía años.
Uno de los encargados de la seguridad comentaba a la revista Año Cero:”Aquí se habla del fantasma mucho, unos lo creen y otros no, desde luego algo raro ocurre aquí, no sólo por el fantasma de la monja que muchos han visto sino por los olores a éter que hay en zonas sin venir a cuento, o las puertas que se abren y cierran sin haber corriente ni nada que ocasione el movimiento de las mismas o los quejidos y lamentaciones que muchos hemos oído, llantos de crío y sacudidas de frío impresionantes, compañeros en estado de shock tras ver algo que ellos identifican con una enfermera o monja y mucho nerviosismo”.
Tan extraño como los llantos de un niño que muchas noches se escuchaba llorar en las habitaciones comunes de los enfermos cuando en aquellas estancias no había niños y la zona de maternidad estaba muy lejos para que llegara hasta allí el sonido de los recién nacidos. “Era un llanto roto, desgarrador que te ponía los pelos de punta, si era una criatura debía de estar pasándolo muy mal pero era imposible que estuviera en aquella ala, los enfermos estábamos asustados e inquietos ya que se decía que era un llanto fantasma de un bebé muerto en aquellas salas hacía años” recordaba Juan Ortíz.
Los sucesos se siguen produciendo y destaca la negativa del grupo de seguridad a efectuar sus rondas solos por determinadas estancias y pasillos del edificio. Carmen Cruz caminaba en las proximidades del edificio este pasado invierno del 2002 cuando le llamó la atención algo…:” caminaba en dirección a la Resolana por Don Fabrique cuando en una de las ventanas vi perfectamente a una monja que miraba a través de la ventana, estaba muy pálida y tenía la mirada perdida en la calle, lo extraño es que allí ya no hay monjas…”.
El Hospital de las Cinco Llagas o de la Sangre fue entregado y habitado por las monjas desde al año 1540. Allá por el siglo XVIII ,sobre los años 1734 y 1738, se tiene constancia histórica de la existencia de una monja de la orden de la caridad llamada canónicamente Sor Úrsula que destacaba por su inflexibilidad y especial dureza con los pacientes. La monja falleció víctima de una enfermedad contraída en el propio hospital a mediados de ese mismo siglo.
Sor Úrsula lleva habitando el hospital casi tres siglos, no ha olvidado su trabajo ni sus obligaciones y actualmente no es demasiado complicado que cuando más calma hay en el edificio se puedan oír pisadas y cierres de puertas provocada por la hacendosa monja preocupada por su ya espectral ocupación… Quejidos ,lamentos y sonidos de llaves son acompañantes habituales de los miembros de seguridad que entre respeto y temor continúan haciendo su labor en un edificio del Parlamento Andaluz que tiene una larga historia y su propio fantasma.
El antiguo Hospital de las Cinco Llagas, también conocido como Hospital de la Sangre, es un edificio que se encuentra situado en la ciudad de Sevilla y que actualmente constituye la sede del Parlamento de Andalucía.
Concebido en 1500 cuando Doña Catalina de Ribera encargó la construcción de un edificio que sirviera como hospital, para el cuidado y atención de las mujeres pobres, su construcción se inició en 1546 por voluntad de Don Fadrique Enríquez de Ribera, muerto en 1539. Fue diseñado por Martín de Gainza, quien dirigió las obras hasta su muerte, en 1556. Dos años más tarde se encarga la continuación de la obra a Hernán Ruiz II, inaugurándose aunque incompleto dos años más tarde.
El edificio funcionó como hospital hasta el año 1972. Tras años de abandono, en 1986 se redactan los proyectos para su conversión en la sede del Parlamento de Andalucía, inaugurándose el 28 de Febrero (día de Andalucía) de 1992. La restauración total del edificio finalizó en el año 2003, con la conclusión de los trabajos de recuperación de los patios y estancias que no se habían acometido durante los años ochenta.
Fue de los mas grandes de Europa junto con el Hospital Mayor de Milán. Las condiciones higiénicas fueron revolucionarias para su tiempo. Contó con un acueducto que llevaba el agua al edificio, un sistema de cloacas y grandes ventanales que permitían la entrada de la luz, dotándolo de una buena ventilación en sus habitaciones. Estuvo gestionado por entidades privadas y prestando asistencia en él las Hermanas de la Caridad hasta la Desamortización de Mendizabal.
Su historia fantasmal
Asentado sobre antiguos yacimientos arqueológicos que se remontan a tiempos prehistóricos, el Hospital de la Sangre siempre se ha visto rodeado de leyendas sobre ruidos extraños, apariciones sobrenaturales y todo tipo de fenómenos paranormales. Espectros de soldados que murieron entre horribles sufrimientos como consecuencia de heridas de guerra, niños víctimas de epidemias o mujeres que perdieron la vida al dar a luz, han sido recordados y recogidos por la tradición popular, siendo trasmitidos de generación entre los habitantes de la ciudad de Sevilla. Relatos, más o menos confusos que hablan de llantos de recién nacidos en estancias vacías, ruidos de pasos en corredores por los que no transita nadie o rostros sin cuerpo en las cristaleras de sus ventanas.
Una de las apariciones que cuenta con mayor numero de testimonios parece corresponder al de una silueta de monja que ha sido asociado a una religiosa que por su carácter insistente y reiterativo era llamada “Sor Ametralladora”. Sin embargo, ya se conocen otros relatos anteriores que hablan del fantasma de una religiosa, mucho antes de que ella prestara allí sus servicios. Se trataría de Sor Ursula, una monja que según se cuenta, por carácter y sentimientos, hizo que pocos lamentaran su muerte.
Durante su vida, y según las crónicas de la época, era de temperamento difícil e intolerante. Exigía una disciplina calificada de inhumana por la insensibilidad que manifestaba ante el dolor de los pacientes que asistía. En la actualidad, dicen haberla visto atendiendo enfermos que fallecerían poco después. Los ropajes antiguos con los que se describe la aparición han dado lugar a esta identificación.
Los sucesos registrados comienzan en junio de 1968, Antonio Rodríguez un enfermo de 40 años que yacía postrado en una de las camas del hospital vio claramente como se formaba delante de él, la imagen neblinosa de una monja que comenzó a andar hacía el pasillo en busca de la puerta:”no se como explicar aquella visión, era tarde, el dolor en la pierna no me dejaba dormir y estaba despierto, ante mí, justo delante de mi cama comenzó a brillar algo que llamó mi atención, poco a poco se fue formando un cuerpo humano que lucía hábito, era una monja transparente que echó a andar pasillo abajo, resonando el tintineo de su llavero repleto de llaves, como si hiciera una ronda a los enfermos…”.
Parecido es el relato de José Pérez que con 38 años ingresó en el hospital al tener un accidente laboral: “era tarde, no sé, serían las doce menos cuarto de la noche y sentí un frío repentino junto a mí, giré la cabeza y allí estaba.., era una monja pero no era normal.., era un fantasma, parecía comprobar el estado de mi compañero de cama que moriría al día siguiente, la visión me dejó helado, es hoy y se me ponen los pelos de punta. Acabó de hacer lo que fuera y siguió su ronda por otras camas, lo veía claramente, es de esas cosas que jamás se olvidan”.
Años antes en 1965, Manuel Moreno fue testigo de una nueva aparición de la monja del hospital:”estaba en un pasillo fumando a escondidas ya que estaba prohibido hacerlo, cuando sentí frío e incluso el cigarrillo parecía apagarse, me extrañó mucho pero cuando me giré, tras de mi estaba la monja en actitud desaprobadora.., me asuste mucho y salí de allí corriendo. Casi tres semanas después, mi compañero de cama me llamó haciéndome señas e indicándome que mirara al frente, allí justo atendiendo a otro compañero estaba la monja, casi transparente y atareada con el pobre infeliz que casi estaba desahuciado. Aquella noche comprendí que no eran cosas mías y que otros muchos enfermos habían visto al fantasma de la monja igual que yo y que por miedo no habían hablado”.
Cuando el Hospital cerró sus puertas en 1972 y hasta finales de la década de los 80 en que se tomó la determinación de utilizar el edificio como Sede del Parlamento Andaluz, los fenómenos siguieron produciéndose, tal y como atestiguaron algunos vecinos del lugar.
Allá por el año 1975 un vecino de la zona, Antonio Muñoz, mientras estaba asomado a la terraza de su domicilio vio algo que le dejó helado:” Serían las diez y media u once menos cuarto de la noche cuando me pareció ver a alguien en los pasillos del hospital, me extrañó ya que llevaba varios años cerrado y llamé a Paqui, mi mujer, para que viera aquello. Cuando lo vimos pasar nuevamente por otra de las ventanas del edificio, Paqui me dijo que era una monja.., aquello era imposible, sus vestimentas eran muy antiguas para la el año en que vivíamos y por otro lado el edificio estaba cerrado a cal y canto”.
Esperanza García es otra vecina del lugar y tuvo una experiencia similar allá por el año 1980: “Eran las once y pico de la noche y estaba fregando los platos de la cena, fue curioso por que mi ventana de la cocina da a una de las fachadas laterales del hospital, entonces vi perfectamente a una señora con hábitos, debían ser antiguos ya que no eran como los demás y que parecía estar haciendo algo por las habitaciones de aquel ala, fue muy curioso ya que el edificio estaba totalmente cerrado.
A lo largo de los años el edificio ha albergado a todo tipo de enfermos y necesitados de atención médica, especialmente los últimos años de la década de los 30 en donde el Hospital se pobló de heridos de la guerra. Se dice que en 1936 llegaban soldados que morían entre gritos y lamentaciones.
En el edificio mientras estuvo activo, vivían como personal de mantenimiento un electricista, un carpintero, un cristalero, el fogonero y el capataz de la huerta. El hijo del fogonero, Manuel Fernández, que había nacido en el mismo hospital y criado entre sus paredes, conocía al fantasma que por allí paseaba pero no le tenía miedo alguno, lo que despertaba su más ocultos terrores eran los lamentos de las parturientas y el paso de las camillas sin engrasar con los cadáveres hacía la sala de autopsias, estando el hospital vacío y cerrado desde hacía años.
Uno de los encargados de la seguridad comentaba a la revista Año Cero:”Aquí se habla del fantasma mucho, unos lo creen y otros no, desde luego algo raro ocurre aquí, no sólo por el fantasma de la monja que muchos han visto sino por los olores a éter que hay en zonas sin venir a cuento, o las puertas que se abren y cierran sin haber corriente ni nada que ocasione el movimiento de las mismas o los quejidos y lamentaciones que muchos hemos oído, llantos de crío y sacudidas de frío impresionantes, compañeros en estado de shock tras ver algo que ellos identifican con una enfermera o monja y mucho nerviosismo”.
Tan extraño como los llantos de un niño que muchas noches se escuchaba llorar en las habitaciones comunes de los enfermos cuando en aquellas estancias no había niños y la zona de maternidad estaba muy lejos para que llegara hasta allí el sonido de los recién nacidos. “Era un llanto roto, desgarrador que te ponía los pelos de punta, si era una criatura debía de estar pasándolo muy mal pero era imposible que estuviera en aquella ala, los enfermos estábamos asustados e inquietos ya que se decía que era un llanto fantasma de un bebé muerto en aquellas salas hacía años” recordaba Juan Ortíz.
Los sucesos se siguen produciendo y destaca la negativa del grupo de seguridad a efectuar sus rondas solos por determinadas estancias y pasillos del edificio. Carmen Cruz caminaba en las proximidades del edificio este pasado invierno del 2002 cuando le llamó la atención algo…:” caminaba en dirección a la Resolana por Don Fabrique cuando en una de las ventanas vi perfectamente a una monja que miraba a través de la ventana, estaba muy pálida y tenía la mirada perdida en la calle, lo extraño es que allí ya no hay monjas…”.
El Hospital de las Cinco Llagas o de la Sangre fue entregado y habitado por las monjas desde al año 1540. Allá por el siglo XVIII ,sobre los años 1734 y 1738, se tiene constancia histórica de la existencia de una monja de la orden de la caridad llamada canónicamente Sor Úrsula que destacaba por su inflexibilidad y especial dureza con los pacientes. La monja falleció víctima de una enfermedad contraída en el propio hospital a mediados de ese mismo siglo.
Sor Úrsula lleva habitando el hospital casi tres siglos, no ha olvidado su trabajo ni sus obligaciones y actualmente no es demasiado complicado que cuando más calma hay en el edificio se puedan oír pisadas y cierres de puertas provocada por la hacendosa monja preocupada por su ya espectral ocupación… Quejidos ,lamentos y sonidos de llaves son acompañantes habituales de los miembros de seguridad que entre respeto y temor continúan haciendo su labor en un edificio del Parlamento Andaluz que tiene una larga historia y su propio fantasma.
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